Estos días de "vacaciones navideñas", definitivamente nos ponen las pilas. No hay cosa más maravillosa que despertarte con los sonidos del campo. El resto de los días, con las prisas no lo aprecias. Desayunamos con los primeros rayitos del sol en nuestro maravilloso porche, ves como nuestras gallinas desde muy temprano, no paran de un lugar a otro, buscando algún bicho que se mueva, nuestros perros nos dan la bienvenida y los pájaros del entorno ponen una melodía de fondo. En ese momento quieres parar el tiempo, y tomas conciencia de todo cuanto tienes y lo difícil que ha resultado llegar hasta ese instante. Tengo que decir, que en todos los caminos hay piedras, y concretamente en el nuestro, hubo a veces "grandes pedruscos", ya dedicaré una entrada a ello. De todas formas, hay algo muy importante en todo esto, es que en ningún momento me he arrepentido de estar donde estoy. Por tanto, ahora es el momento de contemplar y disfrutar.
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