Como cada año, nuestro níspero nos regala esta imagen, preciosas flores blancas con un dulce olor, digno de los mejores perfumes.
La agüita que ha caído le ha venido que ni pedir de boca, sus hojas han adquirido un brillo espectacular y se ha cargado de flores.
Flores, que no pasan desapercibidas para nuestras queridas abejas. En medio de una actividad frenética de flor en flor, van recolectando los minúsculos granos de polen, que pasaran a formar parte de uno de los manjares más deliciosos que podemos saborear, la miel.
Tuve la suerte de adentrarme por motivos laborales, en el mundo apícola, quedándome fascinada desde el principio. Es un animal digno de admiración, en cuanto a modelos organizativos de la propia colmena, como conservador por excelencia del paisaje en general, siendo uno de los polinizadores más importantes del mundo. Se dice que si desaparecieran de la faz de la tierra, la vida duraría solo unos instantes, acabaríamos todos extinguidos. Pues bien, este papel que representa, siendo imprescindible para todos, debiera de ser motivo suficiente para que nos plantearamos que cada día desaparecen más colonias, por culpa de la mano del hombre. Entre las causas, está la aplicación de tratamientos fitosanitarios en el hábitat donde viven, ocasionando verdaderos estragos, es una verdadera lástima.
Os puede garantizar que en el momento que las conoces, te quedas cautivado por ellas. Hay un maravilloso mundo entorno a esta especie. Gracias mis queridas abejas, por todo cuanto nos ofreces y por regalarnos lo que en su día la definieron como "El Manjar de los Dioses", tu miel, tan beneficiosa para la salud y tan rica!!!.
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