En estos días, en el que el sol calienta nuestro campito, las gallinas, nuestros perros y como no nosotros, nos dejamos llevar por este calorcito que se agradece enormemente. Después de tantos días de lluvia, estábamos deseando que saliera el solecito, no sólo para hacer las tareas de fuera que teníamos pendientes, sino también para almozar en la terracita.
Con una temperatura muy agradable, llega ese momento, en el que deseas que el tiempo no pase, donde lo que vas a comer, te sabe mucho mejor que en cualquier parte. Y sobre todo gozas de la mejor de las compañias, nuestro Pepito, donde entre bocado y bocado, se queda embobado mirando a las gallinas y a los pavos picotear en los alrededores, o viendo a las vacas del vecino, pastar en la ladera de enfrente. Para nosotros, no tiene precio esta mesa en este "Restaurante Rural".
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