Quién no ha dicho alguna vez esa frase, a pesar del maravilloso
regalito que nos espera después. Un fruto carnoso, fresco y lleno que
petitas, que te mantienen entretenido un rato. Pues sí, son nuestros
maravillosos y esperados "higos chumbos". Este año la cosa promete, las
chumberas están cargaditas. En el campito tenemos dos variedades, la que
sus palas tienen pinchos y la que no, siendo estos mucho más dulces y
de color rojo, los llamados "higos coloraos". La técnica de cogerlos, es
la de toda la vida, una buena caña con una apertura en forma de cruz en
su extremo, la cual reforzamos con una cuerda para que no termine
rajándose y sobre todo elegir un día sin levantito, porque en ese caso
tendrás púas por todas partes. Mi madre que es toda una experta, una vez
que lo ha cogido, los "barre", es decir, los refriega por el suelo y un
truquito, con un estropajo verde hace como si los estuviera fregando,
quedando totalmente limpios de espinas. Otra técnica es meterlos en un
saco y zarandearlos fuertemente. Como resultado de la hazaña, un platito
de higos, que si están fresquitos, son como las pipas, no puedes parar.
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