Llevamos un par de tardes sacando los ajos, limpiándolos y dejándolos secar, para posteriormente almacenarlos para el consumo. Es una tarea super entretenida, siempre me ha gustado la sensación de "extraer" frutos de la tierra, donde con un pequeño esfuerzo te llevas una gran sorpresa....
Este año, los ajos no están muy gordos, pero en general tienen un tamañito "apañao", al menos tendremos para el gasto de la casa.
Es curioso, pero este fruto ha estado siempre presente en la historia del ser humano, acompañando a rituales mágicos, de amuleto protector para ahuyentar a los malos espíritus, de antiséptico externo durante la Primera Guerra Mundial, o incluso para alejar al protagonista de la Novela "Drácula". Es el Antibiótico Natural más potente, soy de las que piensan que consumir un diente de ajo diario es garantía de vida.
Al igual que Pepe, no deja de asombrarme su forma, cada diente encaja perfectamente uno con el otro, como si se tratase de un puzzle. Nuestro magnífico ayudante, ha colaborado en la recogida, haciendo pequeñas pausas para la contemplación y sobre todo para oler, ese aroma tan peculiar y que a mí me encanta.
El lugar donde han estado creciendo plácidamente, lo dejaremos libre para que sus vecinas las calabazas y las sandías, tengan mas espacio para corretear.
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