El solo gesto de abrir uno de nuestros grifos y que salga agua, para nosotros es un verdadero milagro. Un recurso muy preciado y que desgraciadamente no tiene el uso sostenible que debiera. Desde que nos vinimos a vivir al campo, eramos muy consciente de la necesidad de reducir su consumo y fomentar su aprovechamiento en la medida de nuestras posibilidades. Para ello, el agua previa a la ducha la recogemos en un cubo, para posteriormente utilizarlo para el bater. En la huerta tenemos instalado un sistema de riego por goteo, donde el ahorro puede llegar entorno al 40 y 60% respecto a los sistemas tradicionales. En casa nunca verás, un grifo con el agua "corriendo".
Solemos recoger en recipientes el agua de lluvia, aunque nuestra intención es hacer en un futuro y cuando las condiciones económicas lo permitan, un aljibe, donde todo el agua de la azotea vaya a parar allí, permitiéndonos el abastecimiento a animales y plantas en los meses de verano.
Cuando vives en el campo, es curioso como muchas de las conversaciones que entablas con los vecinos, sea sobre el agua, hecho que corrobora la importancia que tiene, o como incluso todavía, cuando removemos la tierra aparecen restos de cerámicas, las cuales formaron parte de un maravilloso búcaro, recipiente donde nuestros antecesores traían el agua del pozo más cercano y en su medio de transporte, el burro.
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