En una de las visitas que les hacemos de vez en cuando a nuestros queridos amigos, y llegadas estas fechas, siempre nos regalan un canasto lleno de frutas de la temporada, ciruelas, melocotones y damascos. El olor que desprenden, te recuerdan que todavía puedes comer "auténtica fruta". Toda una delicia, el brillo natural que poseen y sobre todo su sabor.
Pasar un ratito con ellos, es toda una terapia. Gente con la que te identificas y encuentras puntos comunes en toda esta aventura. Son personas muy comprometidas y sensibilizadas con su entorno. Tertulias diversas, desde el tiempo que vamos a tener, de como anda el mundo, hasta de que la bombita del pozo ha dejado de funcionar.
Son una pareja de artesanos del cuero, de esos que ya quedan pocos. Una profesión que se esta perdiendo lentamente, ya sea por la falta de relevo generacional, por el abuso de otros materiales tales como el plástico, por las competencias del mercado (oriental) o quizás, por lo que suele ocurrir en estas profesiones, el no valorar lo suficiente tan noble trabajo.
Unas manos curtidas, por tantas horas trabajando pieles de diferentes tipos, para ser transformadas en bonitos bolsos, carteras, libretas, y un sin fin de usos. Su forma de vida ilustra sus creaciones, pájaros, flores, paisajes marítimos, labores del campo, etc....
Nuestra máxima admiración a tan Noble Oficio Artesanal, y a nuestros amigos que siguen apostando a pesar de los duros momentos de crisis en los que estamos inmersos. Otro elemento mas de nuestro Patrimonio a conservar.
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