Hace algunos años por esta fecha, adquirí mi preciosa canasta de caña. Cada día, a la salida de mi antiguo trabajo, veía a ese hombre con una cierta edad, andando por la cuneta. Iba cargado de canastas, recipientes, etc, hechos de este noble material. La gente de la zona, lo apodaron como el "vagabundo del puente". Vivía justamente debajo de un puente, acompañado de la poca agua que corría por estas fechas, y de las cañas que le servían de sustento. Había días, que se le veía a la sombra de algún árbol, culminando sus trabajos, de pura artesanía. Siempre lo observaba desde el respeto y la admiración, que se le tiene a una persona que ha vivido mucho y sabe cual es la esencia de la Vida, el sentido de todo esto. ¡Cuántas historias tendría por contar........! Era un "maestro canastero".
Uno de esos días de una calor horrorosa (+40º), el regresaba a su refugio con dos canastas, quizás era el resto de lo que le quedaba por vende. Pues sin pensarlo, me pare en un pequeño hueco en la carretera y al menos, quise contribuir en la medida de mis posibilidades a que no pasara mas calor. Sobre todo, mostrarle mi respeto a su trabajo y el agradecimiento, al adquirir un trabajo artesanal que no tiene precio.......
Al canastero, se le dibujo una enorme sonrisa, pero creo que fue mas, al ver la alegría que yo tenía, que el hecho de haber vendido lo que le quedaba.
Hoy por hoy, esta es para la ropa y la otra más pequeña, esta llena de los ajos que recogimos el otro día.
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