Ayer tarde culminamos la siembra de las papas. Procedían de la cosecha de mayo, y las habíamos guardado cuidadosamente en una cajita de cartón en un lugar seco y oscuro, por lo que ya estaban en su punto (repuyá). El día anterior habíamos limpiado la superficie de terreno, de los restos de cultivos anteriores, habichuelas, maíz, sandías y melones. Los caballos que están al otro lado de la alambrada, tuvieron todo un festín, se acercaban cautelosamente a ver que ocurría, pero en el momento que probaban bocado, se instalaban en el sitio.
Una vez preparados los lomos, sembramos las papas y luego las regamos mediante goteo. Esperemos que llueva pronto, pues es el agua que mejor le viene a la planta, aunque de todas formas la propia patata le sirve de reserva en estos primeros estadios. Si todo va bien, la cosecha la recogeremos sobre el mes de noviembre.
La verdad que son de los más recurridas, se dice, que "habiendo papas y huevo, no se pasa hambre", y en estos tiempos tan difíciles es todo un regalo.
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