Cada vez que cogemos el cesto de mimbre cargado de ropa, supone para nosotros un momento de relax absoluto, solo nos preocupamos, en tender la ropa lo mejor posible para no dejar señales y en no pisar a alguna gallina curiosa que pasa por allí, sin olvidar a nuestro querido Ramón, que toda novedad es una aventura para él y la disfruta muchísimo. La mente se queda absolutamente en blanco, os lo recomiendo como terapia.
miércoles, 2 de noviembre de 2011
El Tendedero
Cada vez que cogemos el cesto de mimbre cargado de ropa, supone para nosotros un momento de relax absoluto, solo nos preocupamos, en tender la ropa lo mejor posible para no dejar señales y en no pisar a alguna gallina curiosa que pasa por allí, sin olvidar a nuestro querido Ramón, que toda novedad es una aventura para él y la disfruta muchísimo. La mente se queda absolutamente en blanco, os lo recomiendo como terapia.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
¡¡¡Me encanta la foto!!!
ResponderEliminarParece que hasta se huele la ropa... Huuummmm
La verdad que es preciosa, incluida la caña.
ResponderEliminar